En cada comunidad colocamos en el centro de nuestra vida a la Eucaristía, el corazón palpitante de la vida de la Iglesia. En los "centros eucarísticos", prolongamos la adoración de la Eucaristía junto con los fieles, tratando de entrar en el misterio del amor y condescendencia del Señor Jesús, que quiere prolongar su presencia en medio de su pueblo.