Lun, 07 Feb 22 Lectio Divina - Año C
El evangelio de hoy nos presenta las cuatro bienaventuranzas y las cuatro maldiciones del Evangelio de Lucas. Hay una manera progresiva en la forma que Lucas tiene de presentar la enseñanza de Jesús. Hasta el 6,16, dice muchas veces que Jesús enseña a la gente, pero no llega a relatar el contenido de la enseñanza (Lc 4,15.31-32.44; 5,1.3.15.17; 6,6). Ahora, después de informar que Jesús vio la multitud deseosa de oír la palabra de Dios, Lucas trae el primer grande discurso que empieza con la exclamación: «¡Bienaventurados los pobres!» y «¡Ay de vosotros los ricos!», y ocupa todo el resto del capítulo (Lc 6,12-49).
Algunos le llaman a este discurso el “Sermón de la planicie”, pues según Lucas, Jesús bajó de la montaña y se paró en un lugar de llanura donde hizo su discurso. En el evangelio de Mateo, este mismo discurso está hecho en el monte (Mt 5,1) y es el llamado «Sermón de la Montaña». En Mateo, el sermón tiene ocho bienaventuranzas, que tienen un programa de vida para las comunidades cristianas de origen judaica. En Lucas, el sermón es más breve y más radical. Contiene cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones, dirigidas para las comunidades, constituidas de ricos y de pobres. Este discurso de Jesús va a ser meditado en el evangelio diario de los próximos días.
Delante de Jesús, en aquella planicie no había ricos. Sólo había gente pobre, venida de todos los lados (Lc 6,17-19). Asimismo, Jesús dice: «¡Ay de vosotros los ricos!» Y es que Lucas, al transmitir estas palabras de Jesús, estaba pensando más en las comunidades de su tiempo. En ellas había ricos y pobres, y había discriminación de los pobres por parte de los ricos, la misma que marcaba la estructura del Imperio Romano (cf. St 5,1-6; Ap 3,17-19). Jesús hace una crítica dura y directa a los ricos: ¡Vosotros los ricos, ya tenéis consolación! ¡Vosotros ya estáis hartos, pero pasaréis hambre! ¡Vosotros os estáis riendo, pero quedaréis afligidos y lloraréis! Señal de que para Jesús, la pobreza no es una fatalidad, ni es fruto de prejuicios, sino que es fruto de enriquecimiento injusto de los otros.
La imagen del sermón de la montaña es impresionante: ante un gentío inmenso, entre ellos todos los discípulos, Jesús se presenta como maestro divino, es un nuevo Moisés. Pero ¿qué novedad trae? ¿Qué enseña? Él mismo es la gran Bienaventuranza y propone el camino necesario para la verdadera felicidad. La fuerza revolucionaria que tienen las bienaventuranzas y, muy en concreto, en la fuerza que tienen para el escenario que va dejando la pandemia. Cuando Jesús proclama las bienaventuranzas en el monte lo que nos está invitando es a seguirlo a Él. Es un camino nuevo, es el camino del amor.
Para la reflexión personal
• ¿Miramos la vida de las personas con la misma mirada de Jesús? Dentro de tu corazón, ¿qué piensas de verdad: una persona pobre y hambrienta puede ser realmente feliz? Las telenovelas y la propaganda del comercio, ¿qué ideal de vida nos presentan?
• Diciendo “Felices los pobres”, Jesús ¿estaba queriendo decir que los pobres han de seguir en la pobreza?