Nuestro compromiso con la Pastoral Juvenil Vocacional nace de una Palabra del Evangelio: "Jesús, fijando en él su mirada, lo amó";  osea, de una verdad: hay una mirada amorosa y tierna siempre atenta a cada persona, a cada joven que está creciendo y se abre a la vida, una mirada que pide ser correspondida y acogida en lo que quiere decir y en lo que quiere ofrecer a quien la recibe: la mirada de Dios. Pero nace también de otra certeza: la pregunta que está en lo más profundo del corazón de cada joven, y que resuena así: "¿Qué debo hacer para tener vida eterna?"Por lo tanto, nuestro compromiso como Hijas de la Iglesia es hacer que esta pregunta se encuentre con esa mirada de Dios, que es la respuesta, porque nosotras mismas la hemos reconocido y experimentado en nuestra vida y deseamos que muchos puedan disfrutar de su calor y alegría. Para hacer esto queremos estar en los lugares reales y virtuales donde los jóvenes se reúnen, para conducirlos  al pozo de agua viva, donde pueden saciar su sed de vida; escuchamos las numerosas preguntas que provienen del mundo juvenil,  aparentemente contradictorio, pero que lleva impresas los rasgos del Hijo amado; estamos atentas a los nuevos desafíos educativos en un mundo que cambia constantemente, pero que tiene su significado y su dirección solo en Jesucristo, el Señor.