Estrella del mar
Llegamos a Filipinas el 16 de julio de 2016 acompañadas por Sor María Ferri, consejera general.
Las Hermanas de la nueva misión provenimos de tres continentes diferentes: Lilia (Colombia), Leela (India) Myriam (Italia).
S.E.R. Mons. Gabriel Villaruz Reyes quería sellar el final de su mandato dando la bienvenida a nuestra comunidad en la diócesis de Antipolo, sufragánea de la arquidiócesis de Manila. La ciudad, con más de 12 millones de habitantes, está dividida en diferentes diócesis. Fue motivo de alegría y gratitud para nosotras participar en el cálido y afectuoso saludo que la familia eclesial organizó para su pastor y para la acogida de su sucesor, S.E. Mons. Francisco Mendoza De León.
Fue una gran alegría para nosotras haber podido poner nuestra misión en las manos de María y bajo su protección, habiendo sido asignadas a la Parroquia Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu, en la ciudad de San Mateo (Rizal). Hemos visto cómo los filipinos están vinculados a la Madre de Dios. En septiembre comenzó la Novena en preparación para la fiesta, particularmente solemne este año, en la que se celebra el 300 aniversario de la fundación del Santuario. Todas las noches, procesión, canciones, vigilias prolongadas, dirigidas por un gran equipo de animadores que al final se encuentran en las instalaciones de la parroquia para la cena.
Nuestro primer compromiso fue y será durante algunos meses el conocimiento del territorio, las personas, el idioma y la cultura: ya hemos conocido a muchos amigos que, además del párroco, el padre Lawrence Paz, nos ayudan generosamente; entre ellos un misionero de Parma que ha vivido en Manila durante muchos años, otros religiosos de la diócesis y los laicos de nuestra comunidad parroquial.
Nuestra parroquia consiste en un gran centro alrededor de la Iglesia y varios suburbios suburbanos donde varias capillas están activas, confiadas a laicos que animan las diversas comunidades. Ya hemos comenzado a visitarlas para conocerlas y conocer a las familias. Nos sorprendió la gran dignidad, la naturaleza pacífica y serena de la gente, la alegría de los niños, que corren a encontrarnos para recibir una "bendición".
Que la Virgen María nos ayude a vivir nuestra presencia en este maravilloso rincón del Pacífico como una bendición para todos.