Causa de nuestra alegría
Llegamos a la parroquia de Cristo Rey, en Padua, el 11 de enero de 1959, siguiendo el consejo del obispo Bortignon, quien alentó la realización del culto público perpetuo en el oratorio de María Reina, adscrito a la parroquia misma, y el apostolado de la parroquia.
La pequeña comunidad, formada principalmente por hermanas débiles de corazón y necesitadas de cuidado, se estableció en la antigua rectoría y tuvo que enfrentar muchas dificultades, pero las venció con gran fe y generosidad.
En todos estos años las Hermanas han mantenido una buena relación con el territorio y se han comprometido con una dedicación generosa tanto en la catequesis a niños y jóvenes, como en la visita a los enfermos como ministros extraordinarios dela comunión, y en la disponibilidad a permanecer con discreción al lado de las personas que recurren a ellas para pedir consejo y oraciones.
En la Capilla de la Adoración celebran la liturgia de las Horas junto con los fieles y animan otros momentos significativos de oración por las necesidades de la parroquia y del mundo. La decoración de la iglesia parroquial también se trata con amor y cuidado: flores, vestiduras sagradas...
Durante muchos años las Hermanas también han visitado a las familias de la ciudad y sus alrededores, difundiendo libros de cultura religiosa y, en particular, los textos del Magisterio del Papa y de los Obispos. Luego se hizo cargo de la enseñanza de la religión en la escuela pública, lo cual da la posibilidad de acercarse a los niños también en el ambito educativo, además de hacerlo en el oratorio y en las familias.
La vida de la parroquia sigue siendo el punto de apoyo de la Comunidad, que se siente en sintonía con todas las realidades que la componen y quiere ser una presencia fraterna yde amistad, mostrando a todos la belleza de pertenecer exclusivamente al Señor en la vocación de especial consagración, según nuestro carisma de Hijas de la Iglesia.