Lun, 04 Gen 21 Lectio Divina - Anno B
Termina el ciclo litúrgico de Navidad con la fiesta del Bautismo de Jesús: una escena de la vida de Jesús llena de significado mi vida. Siendo inocente, Jesús ha probado el dolor de la lejanía, ha recorrido los caminos que alejan a los hombres de Dios, para acercarlos a Él. Jesús hace el camino, se pone en mi lugar “pecador” hace la fila conmigo para ser bautizado por Juan, significando que él no siente antipatía por los pecadores, sino que viene a juntarse con migo, viene a buscarme. Entiende su vida como entrega por mi, por eso se acerca al pecador, SE ACERCA A MÍ.
Esta cercanía de Jesús a mi vida, a mi ser, a mi miseria, se llama misericordia. Todos los humanos hemos nacido en pecado, es decir, apartados de Dios (excepto María que ha sido librada antes de contraerlo). Y sólo puedo acercarme a Dios, si Dios viene a mí. Es lo que ha hecho Dios con su Hijo Jesucristo: enviarlo a buscarme. Y no me buscará por fuera, ni desde fuera, sino compartiendo el dolor que supone el alejamiento de Dios por mi pecado.
El bautismo de Jesús en el Jordán prolonga el admirable intercambio de la Navidad: Dios se ha hecho hombre para que los hombres lleguen a ser hijos de Dios por Jesucristo. Por eso, en esta escena del bautismo de Jesús en el Jordán tiene origen nuestro propio bautismo, por el que somos hechos hijos de Dios. Porque esa agua ha recibido de Cristo el poder de transmitir el Espíritu Santo, y en el bautismo también nosotros, como Cristo, recibimos el Espíritu Santo, que nos hace hijos y coherederos con Cristo de la gloria preparada.
El Bautismo de Jesús es en Espíritu Santo y Fuego, el bautismo de Juan era en agua… era el bautismo del hombre que busca a Dios. En el Bautismo de Jesús, Dios nos acoge, sale a nuestro encuentro, nos reconoce como sus hijos.
No fue el agua la que purificó a Jesús en el Bautismo. Fue Jesús quien dio al agua la capacidad de recuperarnos en el amor de Dios, agua y fuego. Por la gracia del Espíritu Santo.
Cuando Jesús entra en las aguas y Juan baña su cabeza, son sumergidos todos los pecados de los hombres; y Cristo dará la nueva vida, la que¿ conquistará en su resurrección. Serán, efectivamente, aguas vivas que saltan hasta la vida eterna.
Para meditar
Para orar
Para contemplar
Para actuar