Lun, 17 Gen 22 Lectio Divina - Anno C
Encontrarnos con Jesús este Tercer Domingo del Tiempo Ordinario nos lleva a esa escucha de la Palabra; a dejarnos formar por Jesús y dejar que ella llegue hasta lo más profundo de nuestro corazón se convierte en proclamación, en anuncio en proyecto de vida.
En el principio de la vida pública de Jesús según el Evangelio de Lucas, que se lee durante el año C, está su presentación como Maestro en la sinagoga de Nazaret. La profecía de Isaías se cumplió en Jesús que se manifiesta como Cristo, el Ungido por el Espíritu, comenzando el “Hoy” de la salvación que llega hasta nosotros. La primera lectura relata la solemne lectura de la Ley en el templo de Jerusalén reconstruido a la vuelta del exilio de Babilonia y nos describe el ritual de la sinagoga que siguió también Jesús y es ejemplar para nuestra liturgia de la Palabra.
A veces la proclamación de buenas noticias genera fuerte impresión y hasta lágrimas en los oyentes. Esdras invita a celebrar este anuncio con gran alegría y hacer de este día una jornada de gozo, consagrada al Señor. Y en la segunda lectura Pablo hace hoy una descripción de la unidad y armonía que, a semejanza del cuerpo humano, debe reinar en la Iglesia de Dios cuando el Espíritu Santo está presente.
Reflexion
El 23 de enero la Iglesia celebrará por tercer año el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco en 2019, para que se celebre todos los años cada tercer domingo del Tiempo Ordinario.
El Santo Padre estableció el Domingo de la Palabra de Dios a través del motu proprio Aperuit Illis, en el que el Papa afirma que “tras la conclusión del Jubileo extraordinario de la misericordia, pedí que se pensara en un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo”. “Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”.
En la liturgia de hoy, Nehemías, el salmista y Lucas insisten en la lectura y la meditación de la Escritura. El pueblo restaurado tras el exilio inicia su nuevo caminar con la lectura del libro de la Ley. Tanto Nehemías como Jesús insisten en el “hoy” como día consagrado a Dios, como tiempo de salvación, como ocasión para la alegría y la celebración.
Hoy el evangelista Lucas nos ayuda a conocer la misión de Jesús. Jesús sabe que el Espíritu está con él y no tiene miedo a profetizar y dar a conocer la voluntad de su Padre, Él tiene claro que no viene a gobernar, ni a reinar como los reyes y príncipes de la tierra. Que su misión es la de liberar al hombre de la esclavitud, llevar la Buena Noticia a los más humildes y desfavorecidos de la sociedad; por ello deberíamos caer en la cuenta de que seguir a Jesús es actuar y vivir estando cercano a nuestros hermanos, aunque la sociedad nos lleve por caminos de insolidaridad y falta de amor.
En los versículos 14 y 15, Lucas hace una breve descripción sobre quién es Jesús o como era visto en ese momento en Galilea. Denota para Jesús las siguientes características: era famoso, conocido, era considerado un maestro y era respetado por todos. Luego Lucas sitúa a Jesús en su lugar de nacimiento. Allí le conocían, lo habían visto crecer, sabían quién era su familia, seguramente muchos lo habían visto trabajar junto a su Padre José e incluso cumplir con las leyes judaicas, en otras palabras, en ese lugar sabían bien quien era Jesús. Pero Lucas también lo coloca en un lugar muy importante para la comunidad: la sinagoga.
La sinagoga era el lugar reservado para la reunión y el culto público de los judíos. Quien presidía la reunión podía invitar a cualquier varón adulto, judío, a leer en voz alta un pasaje de la escritura y explicarlo. Que es precisamente lo que en este texto sucede con Jesús.
Se le entrega el pasaje del profeta Isaías, donde se hace énfasis en algunos versos que forman parte de los poemas referentes al Siervo del Señor. Estos poemas comienzan en el cap. 42 del libro de Isaías, donde se describe al Siervo como un profeta elegido y llamado por el Señor, colmado de su Espíritu y enviado a cumplir una misión en beneficio no sólo de Israel, sino de todas las naciones. Para llevar a cabo su misión, debe afrontar muchos padecimientos, pero el Señor lo sostiene con su poder y al final lo eleva a una dignidad tal que provoca admiración de reyes y naciones. (Sería de gran ayuda para la comprensión de este texto que te puedas tomar un tiempo para leer un poco más sobre los poemas del Siervo del Señor en el libro del profeta Isaías).
Al terminar la lectura del pasaje de la escritura, Lucas nos presenta una imagen con algunos elementos muy interesantes: tenían los ojos fijos en Él; es una referencia de espera, la asamblea está a la expectativa de lo que va a decir Jesús sobre la escritura, que exhortación se hará a la luz del texto. Pero las palabras de Jesús que aparecen inmediatamente estremecen de modo positivo a algunos, aunque quizás no a todos, cuando dice: Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura. De este modo Jesús declara que la profecía del Siervo del Señor se cumplía en su persona y que Él era ese enviado de Dios para la salvación del pueblo de Israel.
NO ESTÉIS TRISTES, PUES EL GOZO EN EL SEÑOR ES VUESTRA FORTALEZA.
¿El evangelio si nos causa alegría?
Como discípulo, ¿Tengo la mirada puesta en Jesús esperando su enseñanza, para acogerla y ponerla en práctica?