Como cada Domingo, nuestro Padre Dios prepara para sus hijos este bello banquete, en el que nos entrega a su Hijo Jesucristo como Palabra y como comida de vida eterna.
Este Señor Jesucristo, nuestro Pan de Vida, es el mismo que hace 55 años pasó por la vereda Piedra Larga, de esta Parroquia, buscando discípulos misioneros… es el mismo que hoy nos reúne para celebrar el sí de esa joven, Odilia Novoa Cañas, quien sintiendo en su corazón la mirada amorosa de Jesús, decide seguirlo en la Comunidad de las Hijas de la Iglesia, que hoy se regocijan por esta hermana que en fidelidad ha dedicado su vida al servicio del evangelio, especialmente a los más necesitados, ofreciendo a todos una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado.
Desde entonces como discípula misionera y en obediencia, se dispone a seguirlo, amarlo y servirlo como Hija de la Iglesia. Por donde ha pasado: Italia, Argentina, Colombia, con su palabra y con su vida ha manifestado a todos la alegría de haber encontrado al Señor Jesucristo, y por eso hoy al cumplir sus 50 años de Consagración Religiosa, quiso regresar a su Parroquia para, como dice el Papa Francisco “renovar su encuentro personal con Jesucristo. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos”.